ALBELDA DE IREGUA

María Ángeles Gómez Velasco

MI RELACIÓN FAMILIAR CON LA EDUCACIÓN se remonta a finales de los años 80 del siglo XIX cuando dos maestros compiten para conseguir una plaza en el Colegio Nacional de la Inmaculada Concepción de Quintanilla Escalada, un pequeño pueblo al norte de Burgos. Mi abuelo consigue la plaza y un año después se casa con la hija de su oponente que de este modo se convierte en mi bisabuelo, por lo que de alguna forma, los dos obtuvieron la plaza. Mis abuelos tuvieron diecisiete hijos, seis de ellos no superaron la primera infancia.

La mayor de todos es educada para ser Maestra. No pasa lo mismo con las más jóvenes porque cuatro de los chicos optan por hacerse sacerdotes, continuando los estudios del colegio-preceptoría fundado en el pueblo por el arzobispo de Burgos donde el maestro, mi abuelo, firma los estudios que se imparten. Se decide que las otras hijas  acompañen a sus hermanos como amas de cura. La guerra civil trunca, apenas llegados a Madrid, esta expectativa pues matan a dos de ellos en sus parroquias mientras los otros dos, deciden exiliarse en Argentina.

Por otro lado mi madre, nacida al Sur de Burgos, es destinada como maestra a la escuela del pueblo más cercano a Quintanilla, donde conoce a mi padre.

Nosotroas heredamos la tradición familiar y nos unimos a la Educación tres hermanos, tres hermanas y  tres cónyuges. Ahora se incorpora la nueva generación: Tres sobrinos a nivel de Educación Pública, uno de ellos en París y, de algún modo, mi hija Irene en atención al autismo a través de la Fundación Pauta.  En total diecisiete personas de la familia dedicadas a la profesión, cubriendo diferentes Comunidades -Las dos Castillas, Madrid, Aragón, País Vasco, Cataluña y La Rioja-. Todas las áreas y niveles, pública y concertada, direcciones y jefaturas...curiosamente ninguna secretaría, a pesar de ser la profesión de nuestro padre. El resultado es la influencia ejercida en nuestras vidas, ideas, normas, leyes, costumbres, convicciones sociales. Siempre decimos que las paredes de la casa familiar rezuman, están llenas de debates, discusiones, conversaciones sobre educación, incluso sobre tabúes que existían y todavía arrastra nuestra sociedad.

Os cuento rápidamente algunas pinceladas respecto a mí:

Mi infancia transcurre entre operaciones y hospitales. Aprendo a leer en una sala con diez o más, camas del hospital de “La Beata Ana del Niño Jesús” en Madrid.  Allí paso de forma intermitente casi cinco años haciendo de conejillo de indias, como otros muchos niños y niñas afectados por la poliomielitis. Gracias a los estudios que se realizan con nosotros se descubre la vacuna que hoy disfrutan nuestros hijos.

A lo que vamos…

Aprendo a leer con los tebeos, cuentos de hadas, Roberto Alcázar...etc. Que nos llevan los domingos “afamadas damas de la caridad”. Me enseña la niña de la cama de al lado, mayor que yo. El método es absolutamente constructivo, yo tenía enormes ganas de leer y le pregunto a mi amiga donde pone hada, Roberto Alcázar, Capitán Trueno, ¡booom!,...todo tipo de palabras, ella me las dice y yo paso horas buscándolas en todos los cuentos. Tiempo no nos falta.

Cuando vuelvo a casa mi madre me toma por banda y me prepara para hacer el examen de ingreso de bachiller. Estudio en Burgos en el colegio de la Institución Teresiana del P.Poveda hasta PREU, con ánimo de hacer químicas. Le parecía a mi madre lo más adecuado para mi movilidad...Nada más alejado de mi interés.

Por motivos que no vienen al caso en septiembre de1967 aterrizo en Madrid para hacer Magisterio como habían hecho mis hermanas pero lejos de casa. Interna en una escuela del P.Poveda, de nuevo la I.Teresiana  sale a mi encuentro, lo que me permite acceder en prácticas a colegios de élite como el de Somosaguas. La escuela depende de la Normal de Magisterio María Díaz Jiménez.

Pertenezco a la primera promoción del Plan 67 el único plan en el que se han pagado las prácticas. Las tres o cuatro primeras promociones disfrutamos de algunas plazas de acceso directo al Cuerpo de Magisterio, sin hacer oposiciones. Se considera la nota media de toda la carrera para tener opción a plaza directa. Consigo una y por mis notas soy nominada junto a otras dos compañeras al Premio Fin de Carrera.

Aparece mi primer problema: Habían hecho falta décadas para conseguir superar el hecho de que la mujer podía estudiar pero no ejercer y me encuentro con que los llamados minusválidos, podemos estudiar Magisterio pero no podemos ejercer en la Escuela Pública a menos que consigamos una dispensa por defecto físico. Según nos cuentan, el expediente suele tardar dos años en resolverse, el tiempo que se tardaba en sacar las oposiciones. No podía esperar dos años pues perdería mi plaza. Así que pateé todo tipo de Instituciones, Ministerios, Direcciones Generales y, para sorpresa de todos conseguí que mi solicitud fuera aprobada en el Consejo Nacional de Educación tres meses después, poco antes de que adjudicasen las plazas. Un compañero de la Escuela Pablo Montesinos de chicos, se quedó sin ella por creer de antemano que no se la darían.

Conseguida la plaza... Inicio mi carrera profesional el 18  de Enero de 1971. Ejerzo dos años en Madrid en la Escuela-Patronato de S. Juan de la Cruz, frente a los Nuevos Ministerios a la vez que hago los dos cursos de “Comunes“ seguido de tercero de Geografía e Historia en la Complutense. Cubro una sustitución en Leganés y disfruto de un año sabático con una beca de estudios por mediación de Dª Sofía, entonces Princesa de España...coincidimos con los Príncipes y hablamos con ellos, cuando se nos invitó como alumnas en prácticas a la Primera presentación de Material Escolar en el Palacio de Cristal de El Retiro. Años después, ya reina, medió para ayudar a una familia de Albelda.

Tras aprobar la oposición de Párvulos, me destinan al C.N. de Altagracia en Manzanares de Ciudad Real, cerca de Valdepeñas. Otros dos años. De ahí paso al C.N. Onésimo Redondo en Pinto. Dos años más. Estando en Pinto se hace a nivel nacional la primera huelga de Educación. Conseguimos grandes mejoras educativas y suben el sueldo de 7.770 pts. a 18.020 pts. ¡Ahí es ná! Eran años de efervescencia educativa en Madrid, acaba de aparecer el Libro Blanco del cole, son los últimos años del franquismo. Los deseos de cambio y libertad impregnan todos los aspectos de la vida cultural y social madrileña. Los jóvenes españoles recogemos la cosecha que  supuso Mayo del 68 en Francia.

En 1979 para despejar una situación muy personal solicito una plaza en Albelda, con ánimo  de estar solo dos años. Con mis puntos podía haber accedido a Logroño, Villamediana, Navarrete, Fuenmayor y otros, pero conocía la belleza de la vega del Iregua con los cerezos en flor y la barra de pinchos de Pepe en Las Sirenas “de arriba” lo que decidió a favor de Albelda. Con esos mimbres era obligatorio. Me incorporo a la vida educativa de La Rioja cuando los Movimientos de Renovación Pedagógica están en su momento de mayor esplendor y... aquí sigo peleando por la escuela pública DESDE EL VEINTICUATRO DE SEPTIEMBRE CUARENTA AÑOS DESPUÉS. TODA UNA VIDA. GRACIAS ALBELDA.

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